La violencia de género ha sido y sigue siendo una de las manifestaciones más claras y extremas de la desigualdad, subordinación y de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Este tipo de violencia se basa y se ejerce por la diferencia subjetiva entre los sexos.
Las víctimas son mujeres de cualquier estrato social, nivel educativo, cultural o económico. La violencia de género es aquella que se ejerce sobre las mujeres por parte de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones de afectividad (parejas o ex-parejas).
El objetivo del agresor es producir daño y conseguir el control sobre la mujer, por lo que se produce de manera continuada en el tiempo y sistemática en la forma, como parte de una misma estrategia. De hecho, hoy en día es considerada como una auténtica lacra social contra la que todos los actores sociales luchan cada día.
La violencia de género se manifiesta habitualmente siguiendo un proceso gradual: Suele empezar con abusos psicológicos, si no se ponen medios estos abusos se intensifican y agravan: control, abusos, amenazas e intimidaciones. Tras la violencia psicológica, aparecen los abusos físicos y sexuales.
Durante el proceso, el agresor alterna conductas abusivas y violentas con el arrepentimiento y promesas que nunca se cumple. La víctima pierde la autoestima, siente miedo, culpa e indecisión. Por ello es fundamental conocer cuáles son las manifestaciones más habituales de esta lacra social.
Las personas que trabajan en la atención y recuperación de las víctimas de la violencia de género han identificado el CICLO DE LA VIOLENCIA, que permite entender e identificar las situaciones en las que se producen los malos tratos y cómo se mantienen en el tiempo.
Las fases del Ciclo de la Violencia son:
Todas estas fases se repetirán, cada vez con más frecuencia, hasta quedarse reducidas a una sola: LA DE EXPLOSIÓN O AGRESIÓN.